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Apocalipsis 5 y 6 - Oración de la mañana

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Apocalipsis 5

Y vi a un poderoso agente que proclamaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y nadie en el cielo arriba ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el libro o ver en él.
Y lloré mucho porque no se halló a ninguno digno de abrir el libro ni de ver en él.
Y uno de los ancianos me dice: No llores, he aquí, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, venció para abrir el libro y sus siete sellos.
Y vi en medio del trono y de los cuatro seres, y en medio de los ancianos, un Cordero de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios que son enviados. en todo
Y vino y lo tomó de la mano derecha del que está sentado en el trono.
Y cuando tomó el libro, los cuatro seres y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, cada uno con un arpa y copas de oro que contenían incienso, que son las oraciones de los santificados.
Y cantan un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste muerto y con tu sangre nos compraste de Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. .
Y los hiciste reyes y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.
Y miré, y escuché como una voz de muchos agentes alrededor del trono y los seres y los ancianos. Y el número de ellos era diez mil de diez mil, y mil de mil,
diciendo a gran voz: El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la bendición.
Y a toda criatura que está en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y todo lo que hay en ellos, oí decir: La bendición y la honra y la gloria y el dominio son al que se sienta en el th
Y los cuatro seres decían la Verdad. Y los ancianos se postraron y adoraron.

Apocalipsis 6

Y vi que el Cordero abrió uno de los siete sellos. Y escuché a uno de los cuatro seres decir como el sonido de un trueno, Ven y mira.
Y he aquí, un caballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco. Y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para que pudiera vencer.
Y cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser que decía: Ven.
Y salió otro caballo, rojo fuego. Y le fue dado (al que se sienta en él) quitar la paz de la tierra, para que se mataran unos a otros. Y se le dio una gran espada.
Y cuando abrió el tercer sello, oí al tercero que decía: Ven y mira. Y he aquí, un caballo negro, y el que lo montaba con una balanza en la mano.
Y oí una voz en medio de los cuatro seres que decía: Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario. Y no puedes dañar el aceite de oliva y el vino.
Y cuando abrió el cuarto sello, oí al cuarto ser que decía: Ven y mira.
Y he aquí un caballo verde, y el que lo monta. Su nombre era Muerte, y el Hades lo seguía. Y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, y con hambre, y con lo que es d
Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios, y por el testimonio del Cordero que tenían.
Y clamaban a gran voz, diciendo: Maestro, Santo y Verdadero, ¿hasta cuándo no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?
Y se les dio a cada uno una túnica blanca, y se les dijo que descansaran todavía un tiempo, hasta que se cumplieran también sus consiervos, y sus hermanos, y los que iban a ser muertos como ellos.
Y miré cuando abrió el sexto sello, y ocurrió un gran terremoto, y el sol se puso negro como cilicio peludo, y toda la luna se volvió como sangre.
Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra como la higuera que echa sus higos verdes cuando es sacudida por un gran viento.
Y el cielo se fue como un rollo que se enrolla. Y todo monte e isla fue movida de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los gobernantes, y los capitanes, y los ricos, y los fuertes, y todo siervo y libre, se escondieron en las cuevas y en las peñas de los montes.
Y dicen a los montes ya las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero.
Porque ha llegado el gran día de su ira, ¿y quién podrá sostenerse en pie?