El fruto del Vaticano II después de 60 años: la transformación de la Iglesia católica en una pseudo-Iglesia de la Nueva Era /10.ª parte/

Este video se puede ver también aquí: https://vkpatriarhat.org/es/?p=14883

Suscríbase a los boletines del PCB https://bit.ly/3zyTacR

Aniversarios de dos concilios: 1700 años de Nicea y 60 años del Vaticano II

El Concilio de Nicea y los tres concilios posteriores —de Constantinopla, de Éfeso y de Calcedonia— se pronunciaron contra las herejías que atacaban la naturaleza de Jesús para negar que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, el único Salvador de la humanidad. El ataque fue oculto e insidioso. Los concilios doctrinales siempre se pronuncian contra las herejías que niegan las verdades fundamentales de nuestra salvación. El Concilio Vaticano II (1962-1965), en cambio, promovió secretamente la panherejía del modernismo. Tras el Concilio, el llamado «espíritu del Concilio Vaticano II» impuso esta herejía a todas las escuelas de teología, no mediante una proclamación específica, sino de forma encubierta, bajo la autoridad del papa y del Concilio. Los modernistas, a través del llamado método científico histórico-crítico, han logrado revivir herejías condenadas desde hace mucho tiempo.
San Pío X llamó al modernismo el compendio de todas las herejías y lo condenó en su encíclica. ¿Por qué el modernismo es el compendio de todas las herejías? Porque abarca la herejía del arrianismo, a la que se opuso el primer Concilio de Nicea en el año 325, y otras herejías que atacaron subrepticiamente Credo de Nicea. El Concilio articuló claramente y estableció de forma vinculante la verdad fundamental de la fe: la divinidad de Cristo. Esta se expresa en la frase: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre.
En lugar de predicar la salvación en Jesucristo, los modernistas actuales han introducido una enseñanza errónea sobre el llamado «Cristo histórico» y el llamado «Cristo de la fe», con el que, según dicen, fantaseaba la primera comunidad cristiana. Esta afirmación es un completo disparate. El método histórico-crítico en teología niega la muerte redentora de Cristo en la cruz. En 2009, el obispo alemán Zöllitsch declaró que Cristo no había muerto por nuestros pecados, sino solo en solidaridad con los que sufrían. Se trata de una blasfemia y una perversión. Influidos por la teología histórico-crítica, muchos autores niegan la resurrección histórica y real de Cristo. Mienten de manera sugestiva y afirman sin pudor que se trata simplemente de una resurrección simbólica, superhistórica, escatológica, mística, etc.
La resurrección histórica de Jesucristo es una prueba de Su divinidad y, a la vez, confirma todo lo que Él había estado enseñando y haciendo, y nos obliga a recibirlo con fe. La verdad fundamental, a saber, que Jesús es el Salvador y resucitó de entre los muertos, era la premisa principal de la predicación apostólica. Pedro dijo a los judíos: «Vosotros lo matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos... Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos» (Hch 2, 22-24.32). Los apóstoles sufrieron y sacrificaron sus vidas en testimonio de Jesús resucitado.
La teoría modernista, que sirve de base para las ficciones que dividen a Cristo en histórico y no histórico, desplazó intencionalmente el origen de los evangelios hacia finales del siglo II. ¿Por qué? Su objetivo era poner en duda la veracidad de los evangelios y, especialmente, del testimonio explícito de todo el evangelio de que Jesús es verdadero Dios y Salvador, como se afirma claramente en el Evangelio de Juan en particular. Solo tras el descubrimiento de algunos rollos de papiro, los herejes tuvieron que abandonar sus teorías engañosas sobre los evangelios.
Los críticos históricos también han fabricado teorías para cuestionar la autoría de los Evangelios y especialmente la de las epístolas de los apóstoles Pablo y Juan. Afirman que el apóstol Juan no escribió ni el evangelio ni las epístolas. Inventan mentiras sobre el evangelio joánico y las cartas joánicas y paulinas, afirmando que las escribió otra persona. Ignoran incluso el testimonio del propio apóstol Juan, quien escribe literalmente: «Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos, os lo anunciamos» (1 Jn 1, 1). El apóstol Pablo también da testimonio de la escritura de sus cartas con las siguientes palabras: «¡Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano!» (Ga 6, 11). «Yo, Pablo, escribo este saludo de mi puño y letra. Esta es la señal distintiva de todas mis cartas; así escribo yo» (2 Ts 3, 17). A los impostores pseudocientíficos no les interesa la realidad. Les resulta aburrida. Necesitan ser creativos y no les molesta el hecho de que se encuentren únicamente en su mundo onírico lleno de fabricaciones pseudocientíficas.
¿Qué podemos decir brevemente sobre la autoría de los evangelios? Los evangelios se escribieron por una urgente necesidad misionera y en los días inmediatamente posteriores al envío del Espíritu Santo. En ese momento, 3 000 peregrinos procedentes de diferentes partes del Imperio romano se convirtieron en un solo día.
Las tres razones principales por las que los evangelios se escribieron inmediatamente después del descenso del Espíritu Santo son:
1) Era necesario sentar una base escrita sólida para la misión, especialmente para la misión en territorio extranjero. Esto era para garantizar la unidad en la proclamación de las enseñanzas de Cristo.
2) Por razones de autoridad, era necesario que el evangelio fuera escrito por los apóstoles como testigos oculares. Confiaron esta tarea a los apóstoles Juan y Mateo. Desde el principio, los evangelios se copiaban y difundían tanto en arameo como en griego.
3) Para el culto divino se necesitaban textos sagrados que gozaran de la misma autoridad que las Escrituras. A los cristianos ya no les bastaba con recurrir al Antiguo Testamento. Del testimonio escrito del evangelio surgieron la exégesis y la instrucción en el culto cristiano sobre cómo alcanzar la salvación mediante la fe en Cristo y también sobre cómo vivir conforme a sus mandamientos.
La teoría de que los apóstoles primero predicaron y luego escribieron los evangelios convenía a los seguidores del modernismo contemporáneo, que se predica en todas las escuelas de teología. En cuanto a los sinópticos, la explicación es sencilla: Marcos se limitó a abreviar el Evangelio de Mateo, y Lucas omitió algo y añadió algo.
Las herejías modernistas promueven una visión puramente humana de las Escrituras y de Jesucristo. Se cuestiona o se niega por completo el plano trascendente.
La declaración Nostra aetate del Vaticano II abrió la puerta a la antimisión del paganismo en el seno de la Iglesia. El pseudopapa Francisco Bergoglio continúa esta antimisión con su Sínodo para la Amazonía, la entronización del demonio Pachamama y la consagración a Satanás en Canadá. Y esto lo hace amparándose en el Concilio Vaticano II. El Concilio ha cambiado tanto el sentimiento y la opinión pública en la Iglesia católica que obispos, sacerdotes y creyentes han llegado a ver esta flagrante apostasía como algo completamente normal. Esta ceguera espiritual es el fruto envenenado del Vaticano II.
Juan Pablo II, en el espíritu del Concilio Vaticano II, organizó el encuentro en Asís en 1986 con líderes religiosos paganos y rezó con ellos. Pero ellos no reconocen a Dios como Padre; adoran a demonios. Con este gesto, expresó la herejía de que el cristianismo y el paganismo son caminos alternativos hacia la salvación.
Lo más alarmante hoy en día es que el pseudopapa Bergoglio haya introducido el principio del cambio de paradigma. El 1 de noviembre de 2023, en el motu proprio Ad theologiam promovendam, estableció que podía cambiar los paradigmas a su antojo y, al mismo tiempo, declaró inválido todo lo contrario a su ordenanza. Está destruyendo sistemáticamente los pilares fundamentales de la fe.
Posteriormente, Bergoglio publicó la llamada declaración doctrinal Fiducia supplicans, en la que legalizó uno de los pecados más graves, la sodomía, e incluso ordenó bendecir las uniones de estas personas. Con este antievangelio sodomítico, abolió la enseñanza católica y transformó la Iglesia católica en la sinagoga de Satanás. Solo pudo hacerlo gracias al cambio de mentalidad provocado por el espíritu del Vaticano II. Se le otorgó erróneamente tal autoridad al Concilio, como si todos los concilios anteriores no hubieran significado nada. Bajo tal terror espiritual, durante un período de 60 años, se crearon las condiciones para que el pseudopapa pudiera abolir los fundamentos de la Iglesia y afirmar que solo estaba implementando el Vaticano II.
Este año se cumple el 1700.º aniversario del primer Concilio de Nicea. También se conmemora el 60.º aniversario del Concilio Vaticano II. El Concilio de Nicea condenó la herejía que cuestionaba la divinidad de Cristo, y al propio hereje Arrio. El Concilio Vaticano II, en cambio, no solo abrió la puerta a la herejía del arrianismo, sino también a otras herejías que ponen en duda la divinidad de Cristo y la inspiración divina de la Sagrada Escritura. Además, también abrió la puerta a la invasión pagana con la declaración Nostra aetate.
Bergoglio ha legalizado el pecado de sodomía en Fiducia supplicans, negando así el pecado como tal. Esto echa por tierra todo el Decálogo y el credo cristiano ¡por lo que ya no se puede hablar de doctrina católica ni de Iglesia católica! El camino sinodal de Bergoglio es una rebelión abierta contra Dios y un rechazo radical de Cristo como camino de salvación. El católico que quiera salvarse debe apartarse de este camino falso y de la secta que Bergoglio ha fundado, aunque se disfrace de Iglesia católica. También es necesario declarar herético el Concilio Vaticano II; como tal debe ser anulado. Este Concilio contradice radicalmente la letra y el espíritu del primer Concilio de Nicea.
Que la celebración del 1700.º aniversario del Concilio de Nicea sea el motivo de la abolición pública del concilio herético conocido como «Vaticano II». Sin estos pasos radicales, no puede haber una verdadera renovación de la Iglesia.

+ Elías
Patriarca del Patriarcado católico bizantino

+ Metodio OSBMr + Timoteo OSBMr
Obispos secretarios

11 de marzo de 2025