Jeffrey M Kihien-Plaza - Lo que está Buscando el Partido Demócrata, es un George Floyd Hispano

El Partido Demócrata busca fabricar su “George Floyd hispano” para agitar el caos racial en año electoral

En medio del colapso moral y estratégico de la izquierda estadounidense, una nueva narrativa se está cocinando en las trincheras progresistas del Partido Demócrata: la búsqueda desesperada de un “George Floyd hispano”, una figura que les permita reavivar la indignación racial, manipular emociones colectivas y distraer al país del fracaso absoluto de su gestión.

El analista Jeffrey M. Kihien-Plaza, en nuestro programa de Hasta aquí Hemos Llegado, fue directo: «Lo que está buscando el Partido Demócrata es un George Floyd hispano». La afirmación no es una exageración, sino un diagnóstico certero de una maquinaria política dispuesta a sacrificar la paz civil con tal de aferrarse al poder.

Mientras los medios en español, como Estrella TV en Los Ángeles o Telemundo, repiten como loros que Donald Trump ha bajado algunos puntos en encuestas, silencian deliberadamente que el Partido Demócrata tiene un índice de aprobación del 25%. Lo más grave no es la cifra, sino la desconexión total con la realidad que evidencia. No tienen propuestas serias, no tienen mayoría legislativa y no tienen liderazgo. Solo les queda el caos.

Y en vez de moderarse, redoblan su apuesta ideológica con tácticas cada vez más peligrosas: glorifican a criminales, excusan a bandas como la Mara Salvatrucha, atacan a empresas como Tesla por no alinearse con sus dogmas, y utilizan redes sociales como TikTok para promover mensajes de odio, incluso incitando a la violencia contra agentes de inmigración.

No es coincidencia. El progresismo radical se ha convertido en un cáncer que consume la institucionalidad norteamericana desde adentro. El caso del hispano Kilmar Abrego García —al que congresistas demócratas planean visitar en El Salvador— es la evidencia más clara. Se trata de un individuo con historial de violencia doméstica, órdenes de restricción por parte de su exesposa y conexiones con pandillas criminales. Incluso el presidente Nayib Bukele lo ha calificado como terrorista. ¿Y qué hace la izquierda? Lo convierte en mártir.

Todo esto sucede mientras en ciudades como Chicago y Nueva York, los crímenes violentos se disparan y grupos extremistas exigen abiertamente la muerte de personas blancas. Lo inaudito es que esos discursos se toleran y hasta se aplauden en ciertos círculos académicos, culturales y políticos de la izquierda.

El modelo es claro: usar el sufrimiento humano como combustible electoral. La historia del caso Floyd se repite. En 2020, tras la muerte de George Floyd, la nación fue arrastrada a una espiral de saqueos, incendios y violencia callejera promovida por Black Lives Matter y defendida por demócratas. Ahora buscan repetir la jugada con un “Floyd latino”, utilizando la sangre de nuestras comunidades como bandera ideológica.

Lo que está en juego no es una elección. Es la supervivencia de la república frente a una coalición que desprecia la ley, odia la historia de Estados Unidos y explota las heridas raciales para avanzar una agenda marxista.

Frente a esto, la respuesta no puede ser la indiferencia. El pueblo hispano, trabajador, patriótico y profundamente moral, debe alzar la voz. No permitiremos que se nos use como carne de cañón para las guerras culturales de Washington.

No necesitamos un George Floyd hispano. Necesitamos orden, justicia y respeto.

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